Ayer cumplía un año de "matrimonio" con mi esposa. Somos esa pareja que en verdad no tiene matrimonio, que no se han casado, y que ni siquiera escribimos los votos, hay sólo un mutuo acuerdo de palabra. Pero el día que me divorcie de ella, va a quedar la cagá, yo lo sé. El tema es que queríamos hacer algo "grande", y "conmemorativo", pero a mi señora esposa la retuvieron en casa para un asado familiar, y no encontró nada mejor que llevarme con ella. Me basta con resumir que a la salida del ascensor del edificio donde estaba el departamento en cuestión, le dije "tengo miedo"; se dio vuelta, me miró con cara de "en serio", y tocó el timbre.
Lo siguiente que recuerdo es a mi sentado en una silla, viendo a todos discutir respecto de si la dictadura fue o no necesaria para Chile, según el período que se estaba viviendo. Después de eso, reírme de la batalla de "Montoncito" ("El Nervioso" para los del siglo XXI) entre los padres de Cariño, fue prueba suficiente de que no importa quién haga más trampa: no hay motivos para convertir un simple juego, en una densa batalla por la victoria.
Muchas veces antes había vivido esas mismas situaciones, con una familia hablando de un tema, o jugando a lo que sea. Pero esta vez, nadie peleaba por tener la razón: era simplemente un intercambio de opiniones, donde no tenía que haber un ganador, donde nadie era excesivamente agresivo para imponer su forma de pensar y que todos le reconocieran que estaba en lo correcto. Creo que pocas veces he estado en presencia de una conversación familiar donde el fin único y exclusivo es compartir ideas, no imponer las mismas. Es por cosas como esa que las familias terminan lanzándose tomates unos contra otros, llamando a carabineros, o con hijos llamando a su otra familia para que los vayan a rescatar.
La tarde de ayer no fue una tarde con otra familia: fue darse cuenta que hay algo más que familias tóxicas en la burbuja. O bien, que hay algo más afuera de la burbuja, y es que precisamente a eso a lo que quiero llegar. En mi vida no hay ambientes familiares gratos, ni momentos especiales recordados para siempre. Es más, hay momentos complicados, difíciles de traducir, donde todo es oscuro e infla aún más la burbuja. Pero es una ayuda enorme, darse cuenta que a veces hay lugares donde eso no cabe, porque si bien todas las familias tienen sus problemas, la vida misma no tiene por qué ser siempre un problema. ¿Entienden ahora por qué prefiero huir lo máximo posible de mi propia familia? Es posible que ayer no hubiera música de Abba sonando en el ambiente, pero ¿era necesaria la música de Abba?
Gracias por la tarde de ayer señores Prieto Pimiento. Sin saberlo, no saben de qué manera me han ayudado.
Cariño, me diste un regalo ayer que probablemente nunca terminaré de retribuirte.
Pero por ahora, sólo puedo decirte que jamás te abandonaré, aunque seamos dos viejos cascarrabias que se odien entre ellos, ceniles, pestilentes y decrépitos.
Feliz Aniversario, Cariño :3